En lo más árido del desierto de Atacama, fue encontrada por un grupo de investigadores una pequeña flor nunca antes clasificada, la cual fue denominada como el “cebollín de Atacama”. Se trata de una pequeña especie, cuyo hallazgo e investigaciones, determinaron la importante descripción de un nuevo género de plantas, el género Atacamallium; cuya característica principal es su distribución restringida, escasos ejemplares y morfología pequeña. Ladera Sur conversó con Raquel Pinto y Nicolás García, ambos científicos e investigadores del descubrimiento, quienes nos comentaron acerca de las implicancias del hallazgo y las maravillosas características de esta diminuta flor.
En una publicación científica divulgada en marzo del presente año, los científicos e investigadores Nicolás García, Agostina Sassone, Raquel Pinto y María José Román; dieron a conocer un exhaustivo estudio, realizado durante varios años, respecto al hallazgo e investigación de Atacamallium minutiflorum.
Encontrada en pleno desierto de Atacama, específicamente en las localidades de Punta Patache y Punta Lobos, en la Región de Tarapacá; y en el Parque Nacional Morro Moreno, de la Región de Antofagasta, esta flor única deslumbra con su increíble capacidad para sobrevivir, ya que crece entre las rocas del desierto.
Los primeros hallazgos
Corría el año 2002, cuando Raquel Pinto, botánica experta en flora xerófila y en ecosistemas de niebla, hacía una visita por Punta Patache, un reconocido oasis ubicado en el sector de Alto Patache, a casi 70 kilómetros de Iquique; cuando divisó un diminuto bulbo entre las rocas: “Era tan mínimo y distinto a todo lo que yo conocía que claramente algo me decía que era un descubrimiento, algo nuevo”, recuerda la botánica.
Y efectivamente, fue un descubrimiento. Tres años después del hallazgo, el 2005, Nicolás García, doctor en botánica y académico de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile, en conjunto con Federico Luebert, también académico de la misma casa de estudios, mientras recorrían el actual Parque Nacional Morro Moreno, en la península de Mejillones, encontraron otro ejemplar.
“Cuando la encontramos, me empecé a comunicar inmediatamente con Raquel, quien yo sabía que trabajaba en Iquique, y nos dimos cuenta de que era la misma planta que paralelamente habíamos hallado en estos dos lugares distintos, por lo cual queríamos investigarla”, dijo García.
Sin embargo, luego de estos hallazgos, Nicolás se fue del país durante siete años por motivos de estudio, quedando detenida la investigación por un tiempo hasta su regreso, el cual estuvo marcado por un tercer encuentro realizado por Raquel.
“El 2015 la encontré al sur de Iquique, en Punta Lobos, era una plantita tan chiquitita metida en una grieta totalmente escondida. No es que la haya encontrado en una pradera”, recuerda la botánica experta.
La investigación
Ambos científicos comenzaron a buscar la manera de describir a la planta, pero no lo lograron, ya que su simple morfología no era suficiente para llegar a dar con la especie, sumándose al equipo María José Román, experta en análisis filogenético, para descubrir las relaciones evolutivas del ejemplar.
“Para describir esta especie tuvimos que describir un género nuevo, porque cuando pudimos analizar las secuencias de ADN de la planta, nos dimos cuenta de que estaba dentro del grupo que nosotros sospechábamos, pero que era de una rama evolutiva distinta a la que nos imaginamos que pertenecía”, explica Nicolás García
Este género nuevo fue llamado Atacamallium, debido a que fue encontrada en el desierto de Atacama, además de tener el parentesco con el género Allium, a las que pertenecen las plantas del ajo y la cebolla.
Sin embargo, en dichos análisis moleculares, también lograron identificar que la escasa flor era un pariente del género Leucocoryne, al cual pertenece la flor Huilli, una de las responsables del desierto florido.
De ese modo, las investigaciones también arrojaron que el hábitat de la flor correspondía sólo a la cumbre de los farellones costeros, en los ambientes denominados “oasis de neblina”, ya que para sobrevivir requiere de la humedad otorgada por la neblina.
“Nosotros pensamos que florece solamente en años lluviosos en la zona, que son sumamente escasos y esporádicos, y bueno, por los registros que tenemos, florece entre Agosto y Octubre, a fines de invierno y comienzos de la primavera”, explica García.
Importancia para el “árbol de la vida” y el cambio climático
En botánica, se le denomina “árbol de la vida” al término acuñado por Charles Darwin (1809-1882) para resolver la línea evolutiva de las especies, por lo cual el científico destaca que “lo que implica el hallazgo es una nueva rama del árbol de la vida, porque nosotros para describir esta planta tuvimos que describir un género nuevo, y un género es como un nivel de organización taxonómica más superior a la especie”.
Para la taxonomía de la planta, recibieron en el equipo a Agostina Sassone, doctora en Botánica y experta en taxonomía de la Universidad de Buenos Aires, quien se encargó de clasificar esta nueva especie.
De ahí, que este hallazgo es fundamental para determinar las características de este nuevo género, y también descubrir el comportamiento de esta especie, ya que al habitar en lugares y climas únicos, está amenazada por el cambio climático.
“Hay muchas especies nuevas endémicas en el norte de Chile, y es tan restringida su distribución que realmente son sobrevivientes. Son ecosistemas totalmente relictos. Yo creo que si no vuelve un periodo húmedo, todo esto va a desaparecer”, advierte Raquel Pinto.
Los investigadores planean postular a la flor Atacamallium minutiflorum para que sea evaluada en su estado de conservación, ya que es necesario el apoyo gubernamental para velar por su protección.