Modelos matemáticos: una respuesta para el futuro del planeta

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El director del Doctorado en Modelamiento Matemático Aplicado de la Universidad Católica del Maule, Fernando Córdova-Lepe, explicó cómo las matemáticas pueden predecir los efectos del cambio climático.

“Las matemáticas son el lenguaje con el que Dios ha escrito el Universo”. La famosa reflexión del insigne Galileo Galilei, que supone la comprensión de todo cuerpo, materia o realidad como una creación perfecta, es consistente con los esfuerzos de otras ciencias por proyectar el impacto del cambio climático, con fiabilidad.

“Ese aprendizaje nunca será experiencial. El escenario que se dará no puedo experimentarlo desde la vida. Entonces para analizarlo, se instalan variables en modelos abstractos que simulan y hacen cuentas de la realidad. No hay otra manera”, sostuvo Fernando Córdova-Lepe, director del Doctorado en Modelamiento Matemático Aplicado de la Universidad Católica del Maule (UCM), acreditado por 5 años por la CNA. 

“Con las matemáticas podemos proyectar las consecuencias del cambio climático en los sistemas y subsistemas. Por ejemplo, al analizar el calentamiento global sabemos que, dependiendo de la latitud dentro del planeta, la proyección se expresa como una temperatura creciente en promedio, a cierto ritmo, con una variabilidad más ancha”, precisó el también doctor en Modelamiento Matemático Aplicado.

Un modelo predictivo es capaz, según Córdova-Lepe, de evaluar incluso los efectos de una invasión de insectos en territorios nuevos, producto del incremento de la temperatura media.

“Hay vectores de enfermedades, como la vinchuca, que antes la conocíamos desde la Quinta Región hacia el norte y que ahora tenemos ad portas de la Región del Maule. Podríamos ver variables y estudiar el impacto en la salud futura del ser humano de esa presencia que a lo mejor aumentará”, explicó. 

Para el doctor en Física Felipe Valencia, académico del Doctorado en Ingeniería de la UCM, la simplicidad, objetividad, estabilidad y universalidad de las matemáticas han sido fundamentales en sus experimentos sobre químicos capaces de almacenar hidrógeno verde.

“Trabajamos desde el punto de vista predictivo con modelos matemáticos y computacionales, para ver con simulaciones numéricas cómo el material reacciona a la presión continua. El hidrógeno es uno de los gases más volátiles que existen; al contacto con el aire se genera combustión. Por eso exploramos teóricamente materiales porosos que permitan guardar la mayor cantidad posible de hidrógeno, como si fuera una esponja lavaloza, para transportarlos como si fueran lingotes”, puntualizó.

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