CIBER El consumo frecuente de frutos secos conlleva mejoras en la función cognitiva y ralentiza su deterioro. Es la principal conclusión de un estudio de la Unidad de Nutrición Humana de la Universitat Rovira i Virgili (URV), el Institut d’Investigació Sanitària Pere Virgili (IISPV) y el CIBEROBN, que examinó la asociación entre el consumo de frutos secos y la función cognitiva en una muestra de 6.630 adultos mayores con sobrepeso y síndrome metabólico. Los resultados mostraron que aquellas personas que tenían un consumo frecuente de frutos secos, de al menos tres raciones por semana, presentaron mejoras en la función cognitiva y una ralentización en el deterioro cognitivo en comparación con aquellos que consumían frutos secos con menos frecuencia o no los consumían en absoluto.
Los frutos secos, como nueces, almendras, avellanas, pistachos, cacahuetes y macadamias, entre otros, son reconocidos por sus propiedades cardiovasculares y su capacidad para reducir el riesgo de enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2, la hipertensión, los niveles de colesterol y las enfermedades del corazón. En las últimas décadas, el consumo de frutos secos ha sido objeto de creciente interés en relación con la salud cerebral. Los resultados de este nuevo estudio respaldan investigaciones anteriores que sugieren que los frutos secos pueden tener un efecto beneficioso sobre la cognición y la prevención del deterioro cognitivo relacionado con la edad, así como su potencial capacidad para reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer y otras demencias.
“Estamos entusiasmados de los hallazgos de nuestro estudio, ya que respaldan la idea de que una alimentación saludable, que incluya el consumo frecuente de frutos secos, puede desempeñar un papel importante en el mantenimiento de un correcto estado cognitivo a medida que envejecemos”, afirma Jordi Salas Salvadó, investigador principal del estudio, catedrático de Nutrición y Bromatología de la URV y responsable del Grupo de Investigación Alimentación, Nutrición, Desarrollo y Salud Mental (ANUT-DSM), del IISPV: “Nuestros resultados sugieren que los frutos secos podrían ser considerados como parte de una estrategia dietética global para promover la salud cerebral y reducir el riesgo de deterioro cognitivo.”
El estudio también tuvo en cuenta otros factores de estilo de vida, como la actividad física, el tabaquismo, el consumo de alcohol y el nivel educativo, que podrían tener relación con la función cognitiva. Sin embargo, incluso después de controlar estos factores, la asociación entre el consumo de frutos secos y la mejora cognitiva se mantuvo significativa.
Nancy Babio, dietista nutricionista, profesora agregada de la misma universidad y corresponsable del grupo de investigación ANUT-DSM, del IISPV, señala que el estudio confirma los frutos secos como “un tesoro para la salud cognitiva”, ya que “son ricos en nutrientes esenciales, como ácidos grasos insaturados, vitamina E y otros antioxidantes y fitoquímicos, que desempeñan un papel fundamental en el mantenimiento óptimo de la cognición”. Su consumo regular, unos 30 gramos al día, puede ser, según Babio, “una estrategia simple y efectiva para proteger contra este deterioro cognitivo relacionado con la edad, además de una opción saludable y accesible para todos”.
El estudio destaca la importancia de adoptar una alimentación saludable y equilibrada, que incluya el consumo regular de frutos secos, como una estrategia potencial para mantener la función cognitiva en la edad adulta. A medida que nuestra sociedad envejece, es fundamental promover la conciencia sobre los beneficios de una alimentación adecuada y fomentar hábitos saludables para el bienestar cerebral y general a largo plazo.
El trabajo, titulado “Higher versus lower nut consumption and changes in cognitive performance over two years in a population at risk of cognitive decline: a cohort study” y publicado en The American Journal of Clinical Nutrition, ha sido realizado en la Unidad de Nutrición Humana del Departamento de Bioquímica y Biotecnología de la URV por la investigadora predoctoral Jiaqi Ni y dirigido por Jordi Salas-Salvadó, catedrático de Nutrición; Nancy Babio, profesora agregada, y Stephanie K. Nishi, profesora visitante del Canadian Institutes of Health Research (CIHR). Todos estos autores forman parte del CIBEROBN y del IISPV-CERCA. Este trabajo se realizó en colaboración con el consorcio de investigadores PREDIMED-Plus.