UCHILE/DICYT Marcada por un severo daño intelectual y cognitivo, la esquizofrenia se ubica dentro de las diez enfermedades mentales que más producen discapacidad y muerte temprana. Debuta clínicamente en la adolescencia o primeros años de la adultez, es de carácter crónico y provoca un alto impacto en la funcionalidad individual y social del paciente, además de elevados costos económicos.
Con el objetivo de mermar las consecuencias asociadas al desarrollo de esta patología, el psiquiatra Pablo Gaspar, docente de la Clínica Psiquiátrica Universitaria e investigador asociado del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), se encuentra investigando la forma de poder detectar precozmente la enfermedad e identificar quiénes podrían presentar alto riesgo de psicosis.
El psiquiatra, quien recientemente fue convocado a participar como experto en una reunión organizada por el Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud que busca diseñar un modelo de atención de psicosis temprana o estados mentales de alto riesgo en el sistema público de salud, señaló que si bien la esquizofrenia no es un trastorno mental prevalente, sí es altamente costoso para la sociedad y para el paciente, ya que al presentarse en edades tempranas, genera que la persona tenga muchas pérdidas en su vida productiva.
“En términos económicos, el costo anual de la esquizofrenia es mayor al gasto proyectado en la reforma educacional chilena el 2013 y ése es el gasto directo de tratar a las personas con esta enfermedad, que incluye el hecho de que se diagnostique y se otorgue tratamiento”, indicó el Dr. Gaspar.
Por ello, para el especialista los esfuerzos deben centrarse en la prevención del primer episodio para mejorar el pronóstico de la enfermedad a largo plazo, porque “aun cuando la enfermedad no se ha manifestado en su totalidad, ya comienza a producirse daño en las funciones cognitivas. Se calcula que si el período sin tratamiento es más de un año, el pronóstico de la persona a 10 años plazo es peor. Y, al contrario, si ese tiempo se reduce a 3 o 5 meses, el pronóstico mejora mucho más de que si le doy tratamiento 5 años después de iniciada la enfermedad”.
Por ello, investigar e invertir en iniciativas de prevención resulta altamente costo-efectivo. “Se ha calculado que por cada dólar invertido en programas preventivos -antes de la ocurrencia del primer episodio psicótico- se devuelve a la sociedad 83 centavos de ese dólar. Incluso, si haces programas específicos para psicosis, de ese dólar se te devuelven 15 centavos. O sea, sigue siendo rentable”, enfatizó el Dr. Gaspar.
En busca de un método predictivo: Biomarcadores de esquizofrenia
El desafío actual de la investigación en este campo está centrado en identificar a tiempo a los grupos de alto riesgo, es decir, a aquellos jóvenes con síntomas similares a los psicóticos y que eventualmente podrían desarrollar la enfermedad. El objetivo es poder otorgarles una intervención que ayude a prevenir o retrasar el inicio de la psicosis y sus síntomas y, con ello, el deterioro funcional que la enfermedad va provocando silenciosamente.
Debido a la escasez de instrumentos clínicos para poder detectar a tiempo la aparición de la enfermedad, es que el equipo del Dr. Gaspar se encuentra indagando en un tipo de marcador cognitivo, que es el encargado de permirle a la persona desenvolverse plena y adecuadamente en el ámbito social, habilidad que se ve alterada con la manifestación de la esquizofrenia.
“Si encontramos un marcador biológico que permita detectar a individuos en riesgo de psicosis, podría ayudar a predecir, mejorar el diagnóstico y clasificar las enfermedades mentales. Ése es un desafío importante de la investigación y lo que a mí me interesa saber es cómo los ritmos cerebrales son modificados en enfermedades psiquiátricas y, en particular, si se puede determinar un índice de estos ritmos y si eso es específico de una enfermedad y no de otra. Con ello podríamos saber qué enfermedad mental podría desarrollar la persona”, detalló el especialista.
El estudio del Dr. Gaspar, publicado en la revista científica American Journal of Psychiatrist, consistió en conocer de qué manera las alteraciones en la percepción de movimiento –relacionadas con la identificación de emociones y fundamental para sortear con éxito las situaciones sociales- pueden ayudar a detectar el riesgo antes de la aparición del primer episodio psicótico. Y sus resultados son prometedores, ya que observaron que aquellas personas con síntomas leves de psicosis o de alto riesgo presentaron deficiencias significativas en el procesamiento del movimiento a nivel sensorial, lo que permitiría señalar que estas insuficiencias comienzan a presentarse antes a la manifestación de la enfermedad, convirtiéndose en un potencial predictor de ella.
Armando una red nacional
Para incrementar las investigaciones en el área, el Dr. Gaspar y el psicólogo Daniel Núñez, académico de la Universidad de Talca y también investigador del Núcleo Milenio Imhay se encuentran liderando una Red Nacional en Prevención Temprana de Psicosis. Esta iniciativa, pionera en el país, reúne a profesionales que trabajan en servicios de salud públicos de distintas regiones de Chile con el objetivo de sumar esfuerzos y capacidades para la detección de estados mentales de riesgo.