Proteger y restaurar las poblaciones de animales salvajes podría cambiar las reglas del juego del calentamiento global

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Imagen Pixabay / Puma

Nuevos datos científicos revelan que proteger y restaurar las poblaciones de especies silvestres, e incluso una gama limitada de especies, podría ayudar a mantener el aumento de la temperatura global por debajo del umbral crítico de 1,5 °C, al tiempo que se invierte el declive de la biodiversidad y se obtienen otros muchos beneficios colaterales.

Proteger y restaurar las poblaciones de especies silvestres claves en todo el mundo podría aumentar significativamente la captura y el almacenamiento natural de carbono, y desempeñar un papel fundamental en la mitigación del cambio climático. Estas son las conclusiones de un nuevo artículo publicado en la prestigiosa revista Nature Climate Change.

En el artículo, del que son coautores 15 científicos de ocho países, se explica cómo la recuperación de esas poblaciones «sobrealimentaría» los sumideros de carbono de los ecosistemas, contribuyendo así a mantener el aumento de la temperatura global por debajo del umbral crítico de 1,5 °C. Los autores piden que la restauración de las poblaciones animales se incluya en el ámbito de las soluciones climáticas basadas en la naturaleza (soluciones que ayudan a la naturaleza a retener carbono).

Los hallazgos del nuevo estudio demuestran el valor y la necesidad urgente no sólo de proteger la naturaleza salvaje funcional que nos queda, sino también de permitir que los ecosistemas degradados recuperen su salud por completo mediante la repoblación trófica a gran escala. El rewilding de las poblaciones animales para mejorar la captura y el almacenamiento naturales de carbono, lo que se conoce popularmente como «Animación del ciclo del carbono» (ACC), es probablemente la mejor solución climática basada en la naturaleza al alcance de la humanidad.

«El cambio climático suele considerarse sólo una de las numerosas amenazas para las especies silvestres», afirma Andrew Tilker, coordinador de conservación de especies de Re:wild y coautor del estudio. «Lo que hemos hallado, sin embargo, es que la conservación de la fauna salvaje – permitiendo que las especies desempeñen sus papeles funcionales en los ecosistemas – ofrece un potencial desaprovechado como solución al cambio climático. Una inversión auténtica y urgente en la recuperación de las especies silvestres, combinada con esfuerzos para detener la deforestación y recuperar las tierras silvestres degradadas, además de la transición a las energías renovables, es suficiente para evitar el empeoramiento de los efectos del cambio climático.»
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Las poblaciones de animales salvajes desempeñan un papel fundamental en el control del ciclo del carbono en los ecosistemas terrestres, marinos y de agua dulce a través de una amplia gama de procesos. El nuevo documento presenta datos que demuestran que la protección o restauración de las poblaciones de nueve especies (o grupos de especies) silvestres – peces marinos, ballenas, tiburones, lobo gris, ñu, nutria marina, buey almizclero, elefantes de los bosques africanos y bisonte americano – podría facilitar colectivamente la captura adicional de 6.410 millones de toneladas de dióxido de carbono (GtCO2) al año. Esto supone más del 95% de la cantidad necesaria cada año (6,5 GtCO2) para cumplir el objetivo mundial de eliminar 500 GtCO2 de la atmósfera en 2100, lo que mantendría el calentamiento global por debajo del umbral de 1.5oC.

Para animar eficazmente el ciclo del carbono habrá que pasar de una concepción estática de la conservación y de las soluciones climáticas basadas en la naturaleza (como las plantaciones forestales) a paisajes terrestres y marinos dinámicos. Esto permitiría a las especies animales salvajes alcanzar densidades significativas a través de la repoblación trófica.

Bisonte americano | Foto: Hans Koster

«Permitir que especies animales clave alcancen densidades ecológicamente significativas como parte de paisajes terrestres y marinos dinámicos acortaría probablemente el tiempo necesario para alcanzar el objetivo de 500 GtCO2», afirma el profesor Oswald Schmitz de la Escuela de Medio Ambiente de Yale, autor principal del artículo.

Las nueve especies (o grupos de especies) consideradas en el estudio tienen una esperanza de vida media de entre 20 y 200 años. Centrarse en la protección y restauración de especies tan longevas sería ventajoso porque garantizaría contribuciones netas de carbono muy significativas hasta finales de siglo. Por el contrario, si estas especies desaparecieran, los ecosistemas que habitan podrían pasar de ser sumideros de carbono a fuentes de carbono.

También es esencial considerar los ecosistemas y las especies animales más allá de los bosques, que sólo cubren el 9% de la superficie terrestre. Las especies incluidas en el nuevo documento son sólo la punta del «iceberg» de la ACC: hay muchas más especies candidatas en todo el mundo, como el búfalo africano, el rinoceronte blanco, el puma, el dingo, los primates del Viejo y del Nuevo Mundo, los cálaos, los murciélagos frugívoros, las focas comunes y grises y las tortugas boba y verde. Aunque la actividad humana ha afectado negativamente a las poblaciones de muchas de estas especies, éstas se recuperarían rápidamente en las condiciones adecuadas.

«Aprovechar este enorme potencial exigirá un cambio de mentalidad en la ciencia y la política», afirma Frans Schepers, Director General de Rewilding Europe y coautor del documento. «Tenemos que actuar rápido porque estamos perdiendo poblaciones de muchas especies animales en el mismo momento en que descubrimos hasta qué punto su papel en los ecosistemas puede permitir la captura y el almacenamiento de carbono. Como se ha demostrado en Europa y Norteamérica, muchas de estas especies volverán si se lo permitimos».

Animar el ciclo del carbono tampoco tiene por qué limitarse a las zonas protegidas o a las partes más intactas de los espacios naturales del planeta. También puede funcionar en zonas con poblaciones humanas. Cientos de iniciativas de la Global Rewilding Alliance colaboran estrechamente con poblaciones locales de todo el mundo para ayudarles a mejorar sus medios de vida mediante la recuperación de la naturaleza, aprovechando el patrimonio cultural local y los conocimientos ancestrales, y creando nuevas formas de tenencia de la tierra.

«Teniendo en cuenta las especies silvestres clave y el impacto potencialmente cambiante de la ACC, ha llegado el momento de un cambio de paradigma en la forma de movilizar la naturaleza en beneficio del clima y la sociedad», afirma el Dr. Magnus Sylvén, Director de Ciencia-Política-Práctica de la Global Rewilding Alliance y coautor del documento. «Este enfoque también ayudará a fortalecer el funcionamiento de la naturaleza, garantizar otros servicios de los ecosistemas, como la prevención de incendios, inundaciones y sequías, y ayudar a cumplir los compromisos políticos cuando se trata de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), el recién acordado Tratado de Alta Mar de las Naciones Unidas y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS).»

Fuente: Global Rewilding Alliance

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