La encrucijada de la merluza común: Cómo recuperamos este emblema de la pesca artesanal de Chile

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Por, César Astete, Director de las Campañas de Pesquerías, Oceana

César Astete, Director de las Campañas de Pesquerías, Oceana

La merluza común ha sido durante mucho tiempo el sustento de numerosas comunidades pesqueras de la zona centro sur del país. Sin embargo, en las últimas décadas, la situación ha cambiado de manera preocupante.

De acuerdo con los datos publicados por la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura, la cantidad de merluza común capturada ha disminuido drásticamente: en 2003 se desembarcaron 123 mil toneladas, mientras que la cuota total de captura fijada para 2023 es de poco más de 41 mil toneladas. Esta caída es más que un número; es una señal de alarma que habla de un ecosistema en peligro, de comunidades que ven amenazado su modo de vida y de un recurso que aporta en la seguridad alimentaria de la población que podría desaparecer.

Si bien, se trata de una pesquería cuyo mayor porcentaje de cuota de captura lo tiene el sector industrial (60%), son los pescadores artesanales los que evidencian cada día la disminución de la merluza común. Así al menos lo declaran en el corto documental recientemente lanzado por Oceana en Chile, “Pobreza en las redes”, en donde los pescadores de Caleta Portales, en la región de Valparaíso, y de Caleta Cocholgüe, en la región del Biobío, relatan la situación dramática que están viviendo debido a la escasez, llegando incluso a tener largas jornadas de trabajo sin pescar nada.

Las cifras confirman lo que observan los pescadores. De acuerdo con datos del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura, durante agosto de 2022 el sector artesanal de Valparaíso y Biobío desembarcó cerca de 312 toneladas, mientras que, en el mismo mes del presente año, esa cifra bajó a 108 toneladas, representando una caída del 65%.

Las causas pueden ser múltiples, pero son los pescadores artesanales los que ven esta pobreza en sus redes. La pesca artesanal emplea artes de pesca pasivos, como el enmalle o el espinel, los que consisten en dejar la red o los anzuelos en algún lugar, esperando que los peces lleguen a ellos. Si no hay suficientes peces en el mar, la pesca será muy poca. Al contrario, la pesca industrial utiliza el arrastre de fondo, en donde un buque transporta una gran red a ras de suelo, recorriendo grandes distancias hasta llenarla, provocando impactos no sólo por la gran cantidad de especies extraídas, sino también por las graves consecuencias sobre los ecosistemas del fondo marino, arrasando con todo a su paso.

La situación delicada de la merluza común también se evidencia en reportes oficiales. De acuerdo con los informes que desde 2012 publica anualmente la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura, esta especie no ha logrado recuperarse, situándose en estado de sobreexplotación en 2012 y 2013, llegando a un nivel crítico en 2014 y 2015, cuando fue declarada en agotamiento. Desde 2016 a la fecha, no ha logrado salir de la sobreexplotación.

El Estado ha reaccionado de manera muy lenta. La Ley General de Pesca establece que para todas las pesquerías que estén en estatus de sobreexplotación o agotamiento se debe implementar un programa de recuperación y así evitar un mal mayor. Han pasado más de diez años desde que la merluza común está en problemas y aún no hay noticias.

La disminución en las capturas de merluza común es un síntoma de un problema más grande que afecta a la pesca en Chile. Los métodos de extracción industrial, una distribución desigual de cuotas de pesca y el incumplimiento normativo, están poniendo en riesgo tanto a la merluza como a las comunidades que dependen de ella. Es hora de revisar y ajustar nuestras políticas para una recuperación efectiva de la especie, dando un rol principal a la pesca artesanal que utiliza medios selectivos de pesca y abastece a los mercados y ferias libres de nuestro país con la emblemática pescada.

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