Entrevista a Gabriel León: El desafío de la comunicación científica para abordar la crisis climática y cómo llegar a las personas sin herir susceptibilidades en el intento

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Por Carolina Pérez

El cambio climático es el desafío de la sociedad global, sin embargo, algunas corrientes se han volcado a desestimar sus efectos. Ante eso, el divulgador científico, Gabriel León, nos guía a entender las raíces históricas de este aparente escepticismo. “Es importante establecer de manera clara que se trata de un negacionismo muy bien construido,  intencional y bien financiado. No es casualidad, no es que exista un grupo de gente que opina que quizás no es cierto. Estamos frente a una industria -petrolera- que va a hacer todos los esfuerzos posibles y necesarios para explotar hasta la última gota que queda bajo el suelo”. 

Así comienza Gabriel por explicarnos que gran parte del afán de la industria, está en hacer un lobby feroz para evitar que dejemos de usar petróleo, y que, desafortunadamente el dinero ha sido uno de los motores para lograrlo. En este análisis, el negacionismo climático no es algo que ha ocurrido por casualidad, pues no surgió desde un movimiento ciudadano, sino más bien “es concertado y muy bien financiado, para generar dudas con respecto a los hechos que tenemos y que nos permiten entender la crisis climática”, enfatiza. 

Dejar eso claramente establecido es tremendamente importante, eso es lo primero -comenta- lo segundo es mostrar cómo esta evidencia, que hemos obtenido a lo largo de los años, apunta en una dirección en particular. En este punto, menciona importante cambiar dos ideas antiguas. 

La primera, tiene que ver con el calentamiento global, cuyo nombre se usó “originalmente para referirse a lo que conocemos como crisis climática, pero que tuvo tanto éxito desde el punto de vista del marketing, que hoy para muchas personas, si no es calor, no es crisis climática”. Las consecuencias son la disrupción completa de los patrones climáticos, trayendo frío donde antes hacía calor y viceversa, así también lloverá mucho donde antes llovía poco y al revés; es decir, el calentamiento global y la crisis climática, no hablan sólo de calor. 

Entonces -continúa- para muchas personas, el hecho de que haya una ola de frío, por ejemplo, es evidencia de que la crisis climática no existe, porque quedó asociada con la palabra calentamiento global. Lo segundo que considera importante, es recalcar la relevancia del activismo.

Activismo y uso de “lenguaje claro”

Para muchos puede parecer una pelea perdida. “Las personas que se ven ellos mismos reciclando, compostando, usando el agua y la energía eléctrica de manera racional, mientras que grandes empresas, millonarios y otros grupos, continúan consumiendo energía, viajando en aviones privados y generando basura de una manera impresionante. Ven este escenario y piensan, bueno, ¿qué estamos haciendo entonces?”.

No obstante, Gabriel considera que el activismo es importante, simplemente porque en el fondo, las acciones individuales son relevantes y tenemos que hacerlas. De la mano con eso, apunta a que tenemos que exigirle a las empresas y a los Estados, que se alineen con esta causa. “Nosotros como ciudadanos deberíamos actuar de una manera mucho más activa al respecto”, enfatiza.

Ahora bien, existen distintas realidades que impiden que todos nos hagamos cargo. “Aquellas personas que tienen los aspectos más importantes de su vida resueltos, pueden preocuparse del impacto que las acciones cotidianas tienen en el planeta, aunque parezca insuficiente. De hecho, puede parecer desesperanzador que uno haga un montón de cosas y el resto no. Pero tengo la sensación de que el movimiento individual es esencial, porque sin un activismo presente, dialogante, que habla en los espacios públicos, vamos a lograr muy poco”.

Este momento del debate en el que las acciones individuales ya no son suficientes, requiere que todos, activamente, hablemos del tema, exigir el accountability a las empresas, para que se hagan responsables de sus acciones y disminuyan sus emisiones de carbono; y que nosotros consumamos menos.

Las características de esta crisis son especiales, los problemas locales generan consecuencias globales, como es el caso de las emisiones de dióxido de carbono en el hemisferio norte, que afectan a todo el planeta. “Está claro que los acuerdos son muy difíciles de alcanzar y deberíamos avanzar hacia legislaciones internacionales que sean más estrictas y que permitan mayor control. Convencer a los países con economías como China, India y Estados Unidos, que ven el desarrollo económico como el único centro, sin importar consecuencias, es un problema gigantesco. Tenemos que cambiar nuestro modelo de desarrollo y lo que entendemos por este. Hay una discusión también muy profunda que va más allá de la electromovilidad y otro tipo de cosas que son prácticas, pero esa reflexión aún no se está dando como debería”.

Divulgación y lenguaje claro

El desafío para la ciencia en este sentido, inicia con la labor de la divulgación, y esta tiene varias aristas más que sólo los hechos, involucra también los cambios de conducta y cómo los masificamos.

Al mismo tiempo, el lenguaje es otro obstáculo a abordar, porque el discurso científico que habla de la generación de toneladas de dióxido de carbono en la atmósfera, es poco efectivo y muchas veces esos datos no son dimensionados por las personas. 

Esos conceptos no se entienden, puesto que al decir que la temperatura global va a subir 1,5 grados Celsius, las personas pueden pensar, “cuando hacen 20 grados y después hacen 21,5 grados, no es gran cosa”. El desafío es cómo explicamos tanto el dato de las toneladas de CO2 y el aumento de la temperatura, como también lo que eso implica, porque para la experiencia individual, el alza de la temperatura en 1,5°, no tiene ninguna importancia y el mensaje deja de entenderse.

Para explicar mejor las implicancias del aumento de la temperatura, hay que poner énfasis en las consecuencias de lo que significa en lo cotidiano. Para ello, se requiere mejorar las estrategias comunicacionales, particularmente con respecto a cómo se entregan los datos.

Impacto social de la divulgación

Un área compleja, que tiene momentos de dulce y agraz. Recuerda una ocasión en que “una persona me escribió para contarme que gracias a una de mis columnas, finalmente había entendido algo sobre lo que tenía una opinión negativa y muy crítica. Pero dándose el tiempo de leer y comprender, pudo ir más allá de sus propias creencias y logró darse cuenta de que su visión sobre el tema, estaba muy errónea”.

Es importante considerar que las personas tienen creencias sobre distintos temas, pero no sólo porque accedieron a información errónea, sino porque además esa información se alinea con sus creencias. 

Al respecto, menciona otro caso. En una firma de libros en Antofagasta, una mujer con su hijo en brazos, lo esperó para contarle los motivos del porqué decidió no vacunar a su guagua. Ella figuraba además, con un montón de papeles en las manos. Llegado el momento, le dijo: “acá tengo toda la evidencia que dice que las vacunas son peligrosas. Y usted nos engañó”. La información señalada, procedía de un blog en internet. Ese encuentro le permitió darse cuenta de que la respuesta no estaba en convertir la discusión en una guerra de evidencias, porque el problema no era ese, “lo que esa mujer tenía, era terror de hacerle daño a su hijo. Tenía miedo”.

“Y es interesante, porque cuando yo me puse a pensar, yo vacuno a mi hija por exactamente la misma razón, porque tengo miedo de que le pase algo malo, pero en mi caso ese miedo tiene que ver con la viruela, con el sarampión, la tos convulsa, etc. Sin embargo, la emoción en común es el miedo. El problema era que para ella, el miedo estaba puesto donde no debería estar. Y me puse a conversar con ella, no de vacunas, sino de enfermedades que se pueden prevenir con vacunas, algunas le eran desconocidas. Pero, finalmente hablamos de la emoción que ella sentía y creo que la discusión fue la más apropiada”.

En retrospectiva, la comunicación de la ciencia entiende que las personas no son vasijas que se pueden llenar con conocimiento e información. Las personas tienen creencias y emociones, por lo tanto, ninguna discusión ocurre en el vacío. En ese sentido, “la comunicación de la ciencia, entendida como este fenómeno que es más complejo que la divulgación, tiene un rol que es fundamental en este tipo de discusiones, particularmente en el caso de las controversias científicas”, finaliza.

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