Estudio muestra que el pingüino de Galápagos está expuesto a microplásticos y puede acumularlos a un ritmo elevado

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Pingüino de Galápagos. / Karly McMullen, CC-BY 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/)
La tasa de excreción puede determinar si estos microplásticos también se bioacumulan en los niveles tróficos, según un estudio

Los modelos muestran cómo los microplásticos pueden bioacumularse en la red alimentaria de las Islas Galápagos, siendo los pingüinos de Galápagos los más afectados, según un estudio publicado en PLOS ONE por Karly McMullen, de la Universidad de Columbia Británica (Canadá); bajo la supervisión del Dr. Juan José Alava y el Dr. Evgeny A. Pakhomov, del Instituto para el Océano y la Pesca de la Universidad de Columbia Británica (Canadá), y otros colegas.

Sabemos que los microplásticos se están acumulando en nuestros océanos, pero aún se está evaluando el alcance del daño a los organismos marinos. McMullen y sus colegas se centraron en el pingüino de Galápagos (Spheniscus mendiculus), en peligro de extinción, como especie indicadora para rastrear la bioacumulación de microplásticos y su posible biomagnificación (un concepto común en ecología que describe cómo los contaminantes tóxicos se concentran y amplifican aún más con cada nivel trófico de la red alimentaria como depredadores) a través de la red alimentaria única, bastante simple y aislada de las Islas Galápagos de la Reserva Marina de Galápagos.

Para simular el movimiento de microplásticos a través de la red alimentaria de los pingüinos de Galápagos, los autores utilizaron datos recopilados en octubre de 2021 del agua de mar alrededor de la isla Santa Cruz, una isla poblada por humanos con entornos urbanizados y rurales, y algunas islas que albergan colonias de pingüinos, zooplancton, presas de pingüinos (barracuda , sardina, arenque, salema y anchoa) y excrementos de pingüino para alimentar a dos modelos. Construyeron un modelo centrado específicamente en el pingüino de Galápagos y su dieta y aprovecharon un modelo existente del ecosistema más amplio del Canal Bolívar (ubicado entre las islas Fernandina e Isabela), del cual forman parte las islas Galápagos.

Ambos modelos mostraron un rápido aumento en la acumulación de microplásticos y la contaminación entre organismos hasta aproximadamente el quinto año de vida del organismo, momento en el que la tasa de absorción cambió a un aumento gradual y eventualmente a una meseta. El pingüino de Galápagos mostró el nivel más alto de microplásticos por biomasa, seguido por la barracuda, la anchoa, la sardina, el arenque y el salema y el zooplancton depredador (en el modelo de ecosistema, el zooplancton depredador mostró concentraciones más altas de microplásticos que el salema). El modelo de ecosistema también predijo la biomagnificación de los microplásticos en todas las relaciones depredador-presa, siendo la tasa de excreción de los organismos el factor más significativo para afectar la tasa de acumulación neta.

Aunque todavía se debate si los microplásticos realmente se bioacumulan dentro de las redes alimentarias, y se requiere mucha más investigación de campo, los autores señalan que su estudio muestra la tasa de excreción/eliminación como una clave en la que centrarse en trabajos futuros.

Brecha de conocimiento

Karly McMullen añade: “Las predicciones del modelo resaltan una brecha de conocimiento clave en la ciencia de los microplásticos, específicamente el comportamiento de acumulación y el tiempo de residencia de los microplásticos en el intestino. Dado que los microplásticos están emergiendo como un importante contaminante de los océanos y que ingresan al medio ambiente todos los días, existe una preocupación creciente por la fauna marina y la vida silvestre costera. Para comprender los efectos de los microplásticos en la vida silvestre y las redes alimentarias, las investigaciones futuras deben abordar cómo se comportan estos diversos plásticos después de la ingestión”.

Hernán Vargas agrega: “El hallazgo de microplásticos en el pingüino de Galápagos, peces presa y plancton que forman parte de su red trófica es sin duda preocupante porque muestra la globalización de esta amenaza antropogénica emergente para la conservación de Galápagos, demostrando que los microplásticos pueden llegar a áreas aisladas y protegidas, como el Archipiélago de Galápagos, a lo largo de miles de kilómetros. La contaminación plástica también puede afectar la salud pública de los residentes humanos que habitan las islas. Como amenaza global a los ecosistemas, se requieren soluciones globales para resolverla”.

Paola Calle explica: “Haber demostrado el potencial de bioacumulación y biomagnificación de los microplásticos en la red alimentaria de los pingüinos de Galápagos nos alerta sobre el potencial que tienen estas micropartículas para ingresar y potencialmente ejercer efectos adversos en la biota endémica y única de Galápagos. Por ello, debemos generar conciencia, acciones y políticas públicas que nos permitan proteger y conservar la fauna endémica y nativa de las islas”.

J.J. Álava afirma: “El objetivo final de este trabajo de modelado de bioacumulación de la red alimentaria es proporcionar ciencia y datos para apoyar la gestión de riesgos de los residuos plásticos peligrosos, reducir las emisiones de microplásticos en los océanos y en sitios marinos remotos declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, como las Islas Galápagos, e informar a las autoridades locales. y política marina internacional para conservar especies de aves marinas endémicas y en peligro de extinción de la Reserva Marina de Galápagos”.

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