El aprendizaje favorece la discriminación de olores en la corteza olfativa al incorporar información de diferentes sentidos

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El olfato: más que solo un sentido, una conexión emocional
Un aroma puede transportarte a la infancia, recordar a un ser querido o evocar la casa de verano que tanto añoras. El olfato no es solo sentir olores; es una capacidad sensorial poderosa que influye en nuestra memoria, emociones y comportamiento. Aunque fascinante, sigue siendo uno de los sentidos menos comprendidos.
La investigación detrás del misterio, fue realizada por Noel Federman, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA), y su equipo han estado explorando cómo percibimos los olores usando ratones como modelo. En el laboratorio de Circuitos Neuronales del IBioBA, dirigido por Antonia Marin-Burgin, se plantearon una pregunta clave: ¿Depende la percepción de los olores del contexto en el que ocurren?.
El aprendizaje y discriminación de olores… Tras muchos experimentos y debates científicos, el equipo de investigadores publicaron sus hallazgos en la revista Nature Communications. Descubrieron que el aprendizaje mejora la discriminación de olores en la corteza olfativa. Al incorporar información de diferentes sentidos, el cerebro procesa los olores de manera más efectiva según el ambiente.
¿Cómo funciona?
Observando el comportamiento de ratones y su actividad neuronal, el equipo notó que, inicialmente, la corteza olfativa solo codifica olores. Sin embargo, después del aprendizaje, las neuronas responden también a señales contextuales y asociativas, creando lo que llaman “selectividad mezclada”. Esto significa que, además de los olores, las neuronas codifican información adicional sobre el entorno.
Ejemplo práctico, imagina el olor de la comida de tu abuela: lo distingues mejor en su casa que en un restaurante. Esto se debe a que la corteza olfativa integra información del olor y del entorno, ayudando a guardar asociaciones entre olores, ambientes y recompensas en la misma región del cerebro.
RELEVANCIA PARA LA SALUD Y LA VERSATILIDAD DE LA PERCEPCIÓN
Este hallazgo es crucial, ya que la disminución del olfato puede ser un síntoma temprano de enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson. Entender los circuitos neuronales que procesan olores puede ayudar a desarrollar nuevos tratamientos.
La percepción olfativa cambia según el aprendizaje y el contexto. Por ejemplo, cuando tenemos hambre, los olores se perciben de manera más intensa. Nuestro cerebro se enfoca en estímulos relevantes según nuestras necesidades, lo que demuestra su capacidad de adaptación.
Antonia Marin-Burgin, líder del grupo, Noel Federman, Macarena Amigo Durán, Sebastián Romano y Lucca Salomon Foto: gentileza IBioBA.
Un cerebro colectivo… Contrario a la visión tradicional jerárquica del cerebro, esta investigación muestra que la información sensorial se distribuye e integra desde las primeras etapas de procesamiento. El cerebro no es verticalista; trabaja de manera colectiva y distribuida.
Innovación en investigación
Para realizar sus experimentos, el equipo desarrolló un dispositivo de realidad virtual para ratones, combinándolo con sofisticadas tecnologías de medición de actividad neuronal. Esta técnica recrea la exploración natural del animal, permitiendo un estudio más realista de su comportamiento.
Un esfuerzo colectivo
Este trabajo fue posible gracias a la colaboración de un equipo con diversos antecedentes y habilidades complementarias, destacando la importancia del trabajo en equipo en la ciencia. Además, la investigación se realizó íntegramente en Argentina, subrayando el talento y la capacidad del país en el ámbito científico.
La investigación del equipo del CONICET abre nuevas perspectivas sobre cómo entendemos y procesamos los olores, y sugiere que el aprendizaje y el contexto juegan roles fundamentales en esta fascinante capacidad sensorial.
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