Los humanos llegaron a las Américas 15.000 años antes de lo que se pensaba

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Excavaciones realizadas en la cueva Chiquihuite, al norte de México, aportan evidencia de presencia humana hace 30.000 años, lo que pone en jaque la teoría de que los Clovis fueron los primeros habitantes de las Américas

DICYT – En excavaciones realizadas en la cueva Chiquihuite, ubicada en una zona montañosa del norte de México controlada por cárteles de la droga, se han descubierto cerca de 2000 herramientas de piedra. El análisis arqueológico de estas herramientas y el análisis de ADN del sedimento de la cueva sugieren una nueva historia entorno a la colonización de las Américas: ya había humanos hace unos 30.000 años, 15.000 años antes de lo que se pensaba.

Así, los resultados desafían la teoría comúnmente aceptada de que los Clovis fueron los primeros habitantes de las Américas hace 15.000 años. La investigación, publicada en ‘Nature’, está encabezada por el científico Eske Willerslev de la Universidad de Cambridge y director del Centro de Geogenética de la Fundación Lundbeck (Universidad de Copenhague), junto con el arqueólogo Ciprian Ardelean, de la Universidad de Zacatecas en México.

El equipo entrando en la cueva Chiquihuite/Devlin A. Gandy
El equipo entrando en la cueva Chiquihuite/Devlin A. Gandy

“Durante décadas, la comunidad científica ha debatido sobre el momento en que los primeros humanos llegaron a las Américas. La Cueva Chiquihuite creará mucho más debate, ya que es el primer sitio que data de la llegada de personas al continente hace unos 30.000 años, 15.000 años antes de lo que se pensaba.

Estos primeros visitantes no ocuparon la cueva continuamente, creemos que la gente pasó parte del año allí utilizándola como refugio de invierno o verano, o como base para cazar durante la migración”, señala el profesor Willerslev.

Según la información de la Universidad de Cambridge recogida por DiCYT, el proyecto de investigación de 10 años de duración plantea más preguntas sobre los primeros humanos que vivieron en las Américas de las que resuelve.

“No sabemos quiénes eran, de dónde venían ni a dónde iban. Son un enigma completo. Asumimos falsamente que las poblaciones indígenas que habitan hoy las Américas son descendientes directos de los primeros norteamericanos, pero ahora no creemos que sea así”, asegura Ardelean.

“Cuando la famosa población Clovis ingresó a América, los primeros pobladores americanos habían desaparecido miles de años antes. Podría haber habido más colonizaciones fallidas que se perdieron en el tiempo y no dejaron rastros genéticos en la población actual”, agrega.

Un lugar estratégico

La cueva Chiquihuite es un lugar a gran altitud, 2.750 metros sobre el nivel del mar. Se descubrieron allí cerca de 2000 herramientas de piedra y pequeños fragmentos de herramientas, conocidos como escamas. El análisis de ADN de restos de plantas y animales contenidos en el sedimento registrado alrededor de las herramientas data la ocupación humana del sitio hace 25.000-30.000 años. No se ha encontrado ADN humano, lo que otorga peso a la teoría de que esas primeras personas no se quedaron mucho tiempo en la cueva.

La cueva Chiquihuite es muy difícil de alcanzar y habría sido un buen punto de vigilancia para que esas primeras personas se defendieran, ya que podían mirar millas y millas sobre el valle sin ser vistos. Es un área de México que ahora está controlada por cárteles de drogas. De hecho, los académicos fueron escoltados por la policía armada hasta la base de la montaña antes de subir a pie a la cueva.

“Fue una experiencia inolvidable. Es un lugar muy inseguro para viajar, así que fuimos acompañados por policías mexicanos en vehículos blindados al pie de la montaña. Salimos antes del amanecer para subir a la cueva y no ser vistos”, recuerda Mikkel Winther Pedersen, genetista de la Universidad de Copenhague.

Los científicos durmieron en la cueva para realizar las investigaciones y en los últimos 10 años, Ardelean ha pasado varios meses viviendo en ella para llevar a cabo las minuciosas excavaciones.

“La población de las Américas es el último santo grial de la arqueología moderna. Los sitios arqueológicos no convencionales deben ser tomados en serio y debemos salir y buscarlos intencionalmente”, concluye el investigador mexicano.

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