UCHILE/DICYT Las aves Cinclodes nigrofumosus (endémica de Chile) y Cinclodes oustaleti (que se extiende también por el oeste de Argentina), también conocidas como remolinera costera y remolinera chica, son dos especies terrestres que han debido soportar una fuerte presión debido a la creciente escasez de precipitaciones en Chile durante la última década.
Debido a ello, un grupo de investigadores -encabezados por el profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, Pablo Sabat- se encuentra trabajando para averiguar de qué manera ambos grupos pueden vivir en la interfaz entre el mar y la tierra y cuál es su respuesta a este nuevo escenario, tanto desde un punto de vista fisiológico (adaptación) como conductual (cambio en sus patrones migratorios).
Así lo explicó el académico, quien destacó que si bien han trabajado durante varios años en la materia, en este proyecto -en particular- “incorporamos una herramienta novedosa junto a un grupo de investigadores de Estados Unidos: los isótopos estables de oxígeno o hidrógeno, que permiten saber cuál es la fuente primordial de alimento de cada organismo, si es marino o terrestre, y por otro lado saber cuál es la fuente del agua que incorporan a su presupuesto hídrico”.
El profesor Sabat precisó que en el trabajo de campo tratan de estimar cuál es la contribución del “agua metabólica”, es decir, la que es creada dentro de un organismo vivo mediante su metabolismo, y la proporción de agua dulce, de mar o de lluvia que beben, de manera de caracterizar la ecología de los animales.
“La pregunta que queremos responder es si estas aves son o no capaces de producir agua metabólica suficiente, o sea, si son especies únicas capaces de consumir una proporción particular de agua de mar a pesar de ser terrestres”. Esta característica sería particularmente llamativa, ya que significaría que esta especie endémica de Chile, con una perspectiva única desde el ámbito ecológico, logra utilizar eficientemente el agua de mar gracias a un riñón muy desarrollado, comentó.
Para el académico, resulta de gran importancia avanzar en esta investigación, ya que en un contexto de mayor sequedad los animales pueden estar ya adaptándose para lidiar con la deshidratación, sobre todo “en ambientes más estacionales, como la zona central, donde hace 10 años llovía bastante en invierno y ahora no, y las aves deben lidiar con años más secos, lo que las obliga a tener una estrategia fisiológica para adaptarse o migrar”.
Aunque el proyecto comenzó hace dos años, su desarrollo se vio afectado por la pandemia, que limitó la labor de campo. Sin embargo, el equipo del profesor Sabat logró publicar el año pasado el paper “Triple Oxygen Isotope Measurements (Δ’17O) of Body Water Reflect Water Intake, Metabolism, and δ18O of Ingested Water in Passerines” en la revista “Frontiers”.
En los próximos dos años, el equipo continuará trabajando en el proyecto, observando en toda la costa entre Taltal y Valdivia -con todas sus diferencias climáticas- si las distintas poblaciones de aves presentan diferencias en sus capacidades fisiológicas y en sus conductas migratorias. De esta manera, buscan determinar si hay una respuesta diferenciada por el aumento de la temperatura y la falta de agua producto del cambio climático.