AGENCIA FAPESP/DICYT – Los perros que pasean diariamente con sus dueños son menos agresivos. Y los canes con mujeres tutoras supuestamente ladran menos ante la presencia de extraños. En tanto, las mascotas caninas más pesadas tienden a ser menos insolentes con sus dueños que las pertenecientes a la categoría ligeros. Los pugs, también llamados carlinos o doguillos, los bulldogs, los shih-tzus y otros animales con sus hocicos achatados pueden ser más agresivos con los humanos que los perros de hocico mediano y largo, como en los casos del golden retriever y del popular mestizo o paria marrón claro.
Fue lo que demostró un estudio a cargo de investigadores de la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, con 665 mascotas caninas de distintas razas, incluidos perros mestizos (sin una raza definida). En dicha investigación, publicada en la revista Applied Animal Behaviour Science, se relacionaron factores morfológicos, ambientales y sociales con los perfiles de agresividad de los canes domésticos. El cruzamiento de datos demostró que no solamente cuestiones tales como el peso, la altura y el tamaño del hocico se encuentran asociadas a la mayor o menor incidencia de agresividad, sino también otras relacionadas con las historias de vida de los animales y las características de sus tutores.
De acuerdo con el referido artículo científico, estos resultados confirman la hipótesis de que la conducta de los perros no es algo que queda definido únicamente a través del aprendizaje, ni es tampoco únicamente genética. Se trata del efecto de una interacción constante con todo lo que rodea la vida de los animales. El estudio contó con el apoyo de la FAPESP en el marco de un proyecto sobre el abordaje etológico de la comunicación social entre diversas especies, entre ellas la humana (lea más en: agencia.fapesp.br/37334).
“Estos resultados ponen de relieve algo que estamos estudiando desde hace algún tiempo: el comportamiento emerge de la interacción de los canes con su contexto, es decir, con el ambiente y en función de la convivencia con sus tutores, por ejemplo, además de su morfología, por supuesto. Todos estos factores tienen impacto sobre la forma de interacción de los perros con el ambiente y también sobre la manera en que interactuamos con ellos”, explica Briseida de Resende, docente del Instituto de Psicología (IP-USP) y coautora del artículo.
En el estudio, realizado durante la pandemia de COVID-19, 665 tutores de perros contestaron tres cuestionarios online, que suministraban información sobre las características de los animales, su ambiente, sus tutores y sus conductas agresivas, tales como ladrarles a extraños e incluso atacar. Al cruzar esta información con el grado de agresividad de los canes, los investigadores detectaron algunos patrones interesantes. El desarrollo de los cuestionarios estuvo a cargo de la investigadora del IP-USP Natália Albuquerque y de la profesora Carine Savalli, de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp). “Únicamente el género del tutor apareció como un factor capaz de predecir la conducta ante extraños: la ausencia de agresividad fue una característica un 73 % más frecuente entre los perros de mujeres”, comenta Flávio Ayrosa, autor principal del artículo.
El sexo de los animales también parece tener influjo sobre su grado de agresividad. “Las chances de que un animal sea hostil con su dueño fueron un 40 % menores en las hembras que en los machos”, dice el autor. “Pero en la comparación referente al tamaño del hocico encontramos una diferencia más significativa: las posibilidades de que surja una conducta agresiva contra el dueño tienden a ser un 79 % mayores entre los perros braquicefálicos [de hocico achatado] que entre los mesocefálicos”, afirma. Por otra parte, cuanto más pesado era el perro, menor era la posibilidad de que fuese agresivo contra su tutor. Al cruzar los datos, los investigadores detectaron que las posibilidades de conductas agresivas disminuyeron un 3 % por cada kilo extra de masa corporal.
Pero Ayrosa remarca que los hallazgos asociados al perfil del tutor no constituyen una relación de causa y efecto. “Encontramos una relación, pero no es posible decir qué viene primero. Póngase como ejemplo el factor ‘pasear con los perros’: puede ser que las personas paseasen menos con los perros porque se trataba de animales agresivos, o que los perros se hubieran vuelto más agresivos porque sus tutores no los sacaban a pasear”, afirma. “Características tales como el peso, la altura, la morfología del cráneo, el sexo y la edad influyen sobre la interacción entre los perros y su ambiente. Esto puede hacer que los animales pasen más tiempo en casa, por ejemplo”, completa.
Históricamente, la agresividad de los perros ha sido asociada pura y exclusivamente al tema de la raza. Pero este paradigma ha empezado a cambiar en los últimos diez años, cuando fueron surgiendo los primeros estudios que relacionaban los perfiles conductuales con factores tales como la edad del perro, el sexo, cuestiones metabólicas y diferencias hormonales. En Brasil, la investigación coordinada por el grupo del IP-USP fue la primera en evaluar cuestiones morfológicas y conductuales, entre ellas la agresividad, en animales sin raza definida.
“Solo más recientemente los estudios pasaron la investigar la influencia de factores relacionados con la morfología, las historias de vida de los animales, las características de los tutores y el origen [comprado o adoptado], como en el caso de nuestro estudio”, dice Ayrosa.