Descubriendo tesoros micológicos: El inesperado hallazgo del hongo Ripartites tricholoma en Chile

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Hongo Ripartites tricholoma

En las altas cumbres de Altos de Cantillana hay bosques de robles que despliegan un espectáculo cromático que varía con cada estación del año. Entre los imponentes árboles del bosque caducifolio de Santiago, existen diminutos organismos que se camuflan con maestría en el suelo: los hongos.

Guardaparques recolectando.Foto, María J. Diban

Durante una investigación sobre la diversidad fúngica en los bosques de robles de Santiago en la Reserva Natural Altos de Cantillana, se realizó un hallazgo sin precedentes: se descubrió un género y especie de hongo completamente desconocida en Chile, Ripartites tricholoma. La bióloga ambiental María José Dibán, en el marco de su tesis de Magíster en Ciencias Biológicas en la Universidad de Chile, en 2017 se adentró en una de sus expediciones en la Reserva y se encontró con esta especie que había pasado desapercibida.

“Cuando vi por primera vez Ripartites tricholoma, un pequeño hongo blanco y peludo, dudé si debía recolectarlo o no, pensando que podría estar parasitado por microhongos y quizás contaminaría las otras muestras que había colectado… pero vi más de un ejemplar idéntico”, relató Dibán. En cada investigación hay que tomar decisiones. Sin saberlo en ese entonces, optó por cambiar de rumbo, llevarse una muestra y elegir el camino hacia un nuevo descubrimiento en la Reserva Natural Altos de Cantillana.

Esporas de la nueva especie. Foto, María José Diban.

Ripartites tricholoma había sido registrado en Europa, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Canadá, Costa Rica, mientras que en Sudamérica solo se ha encontrado en bosques de Nothofagus en Argentina. Sin embargo, este hallazgo en pleno bosque de robles de Santiago marca el primer registro de esta especie y del género Ripartites en Chile, ampliando de esta forma el mapa de su distribución en el continente sudamericano.

La característica distintiva de esta especie radica en su apariencia peluda, con pequeños pelitos que cubren toda su superficie. Es notable la longitud de los pelos en el borde del sombrero. No obstante, lo que realmente llamó la atención de Dibán fueron las esporas bajo el microscopio una vez de vuelta en su laboratorio. Estas eran suavemente amarillentas y presentaban verrugas, algo inusual en hongos con estas formas y de lo que no encontraba explicación en los libros de Chile. 

Los estudios sobre hongos en Chile, especialmente en la zona central del país, son muy escasos comenta Dibán. Esta falta de investigación se refleja en la escasa literatura científica disponible y en la constante aparición de especies nuevas para la ciencia o nuevos registros. “Cada descubrimiento o investigación contribuye a complementar nuestro conocimiento sobre la diversidad de hongos en la zona central y en los bosques de Nothofagus en Chile. Específicamente, Nothofagus macrocarpa, es uno de los menos estudiados aún, y además se encuentra vulnerable”, agregó.

Bosque caducifolio. Foto, Cristóbal Rivera.

Las maravillas del reino Fungi: respuestas de la incertidumbre

Uno de los principales desafíos al estudiar hongos macroscópicos, es decir que son visibles a simple vista, es encontrar la temporada específica de fructificación. Requiere invertir energía, tiempo y recursos, sin tener garantía de obtener resultados. Además de los estudios previos, la suerte de encontrar un año lluvioso y acertar en el momento adecuado permiten dar con ese encuentro tan esperado con lo que se conoce como callampa —palabra que viene del quechua para referirse a los hongos o setas—. 

No todo es suerte. Dibán lleva años estudiando los bosques de Nothofagus macrocarpa en la Reserva Natural Altos de Cantillana. Estos son considerados un tesoro natural y albergan una gran variedad de organismos que desempeñan un papel fundamental en los ecosistemas, por lo cual decidió continuar con su investigación explorando la diversidad de hongos ectomicorrícicos y su rol en la conservación del roble de Santiago, junto con tres investigadoras, Julieta Orlando de la Universidad de Chile, Javiera Chinga y Carla Rivera de la Pontificia Universidad Católica, en un proyecto Fondo de Investigación del Bosque Nativo (FIBN 012-2021).

Vista desde las alturas. Foto, María J. Diban

Dentro de este ecosistema, es posible hallar distintos grupos funcionales de hongos. Entre ellos, destacan los hongos micorrícicos, que establecen una simbiosis con las raíces de las plantas, facilitando la absorción de nutrientes y agua. Estos hongos influyen en el crecimiento y desarrollo de los árboles, contribuyendo a la salud y sostenibilidad del bosque.

Además, en este bosque también es posible encontrar hongos parásitos, que se alimentan de otros organismos vivos, y hongos saprófitos, encargados de descomponer la materia orgánica muerta y reciclar nutrientes en el ecosistema, como es el caso de Ripartites tricholoma. La presencia de estos diferentes grupos funcionales de hongos demuestra la complejidad y la interdependencia de los organismos en este hábitat.

Una mirada hacia la conservación

La Reserva Natural Altos de Cantillana se erige como un laboratorio natural para el estudio de la diversidad fúngica en los bosques de roble de Santiago y proporciona un escenario propicio para investigaciones científicas. A lo largo de los años se ha implementado un programa de investigación que permite seguir conociendo los distintos ecosistemas presentes en la Reserva.

Medición del hongo Ripartites tricholoma

Los convenios con investigadores de todas las disciplinas han permitido explorar distintos sectores del área de conservación, considerando que son cerca de 12 mil hectáreas y cada estudio permite profundizar más en las especies y sus comportamientos. En este sentido, el descubrimiento de Ripartites tricholoma en Chile no solo es una contribución a la diversidad fúngica del país, sino que también contribuye a resaltar la importancia de la conservación de los ecosistemas y el rol que cumplen las áreas protegidas en territorios aún poco estudiados como los bosques de robles de altos de Cantillana. 

“Existe toda una diversidad que no conocemos y que se está perdiendo día a día debido a la extinción de ambientes y ecosistemas. Esta pérdida no solo afecta a hongos, ¿cuántos insectos y otros grupos menos estudiados desaparecen sin darnos cuenta? Ahora en tiempos de sequía, ¿cuántas especies de hongos que jamás vimos se están extinguiendo por los cambios en sus condiciones propicias, sin que sepamos de su existencia? Entonces, se vuelve fundamental conocer para conservar y entender que, aunque no conozcamos la diversidad de especies en su totalidad, hay que cuidar los ecosistemas nativos junto con todas las interacciones y funciones que ocurren ahí”, concluyó la investigadora.

Revisa los resultados de la investigación en: https://www.scielo.cl/pdf/gbot/v77n2/0717-6643-gbot-77-02-186.pdf

 

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