La escasez hídrica trae aparejadas pérdidas económicas en sectores tales como el industrial y el agropecuario, y constituye una amenaza a la salud de la población
AGENCIA FAPESP/DICYT – Brasil posee en su territorio la mayor reserva terrestre de aguas superficiales, aparte de dos de las mayores áreas húmedas del mundo –el Pantanal y la Cuenca Amazónica– y vastas reservas de agua subterránea. Con todo, tamaña abundancia no garantiza la seguridad hídrica del país.
Este recurso natural está distribuido en forma bastante desigual en el territorio nacional, y, sin inversiones en infraestructura para asegurar su abastecimiento, 74 millones de brasileños pueden padecer la falta de agua en 2035.
Estas conclusiones pueden leerse en el informe temático “El agua: la biodiversidad, los servicios ecosistémicos y el bienestar humano en Brasil” y en su respectivo sumario para tomadores de decisiones, ambos presentados el pasado día 8 de agosto en el marco del 15º Congreso Brasileño de Limnología, realizado en la ciudad de Florianópolis (estado de Santa Catarina).
La elaboración de este informe, fruto de una alianza entre la Plataforma Brasileña de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (BPBES, por sus siglas en inglés) –apoyada por el Programa Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo (FAPESP) de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA-FAPESP)– y las universidades Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y del Estado de Río de Janeiro (UERJ), estuvo a cargo de un grupo de 17 investigadores de diversas instituciones del país.
“El agua es un recurso de suma importancia para Brasil, donde ya estamos viendo que regiones como el sudeste han afrontado crisis hídricas bastante serias durante los últimos años”, declaró el profesor Carlos Joly, docente de la Universidad de Campinas (Unicamp), quien es también miembro de la coordinación de la BPBES.
“La merma de la disponibilidad de agua podrá hacer que arrecien los conflictos por el uso de este recurso en el país”, sostuvo el investigador, coordinador también del programa BIOTA-FAPESP.
En el informe, se pone de relieve que, aparte de la población y de la biodiversidad, prácticamente todas las actividades económicas dependen del agua en Brasil. La agricultura irrigada y la ganadería son los principales usuarios de los recursos hídricos del país, e insumen alrededor de 750 mil y 125 mil litros de agua por segundo respectivamente.
Asimismo, el 85% de la producción agropecuaria nacional –localizada en las regiones centro-oeste, sudeste y sur– depende del agua proveniente de las lluvias, cuyo origen es, en un 40% aproximadamente, la evapotranspiración de la Amazonia.
En tanto, la industria emplea más de 180 mil litros de agua por segundo, y al menos el 80% de los embalses hidroeléctricos recibe agua proveniente de unidades de conservación que aseguran el suministro de este recurso en la cantidad y la calidad necesarias para sus operaciones, según consignan los autores.
Estos sectores económicos altamente dependientes del agua ya han venido sufriendo los impactos de la disminución de la disponibilidad de este recurso en función de factores tales como los cambios climáticos, las alteraciones en el uso del suelo, la fragmentación de los ecosistemas y la contaminación ambiental, según se apunta en el informe.
Los años de sequía prolongada en las regiones sudeste y centro-oeste resultaron en una pérdida estimada de 20 mil millones de reales en la facturación del sector agrícola en 2015, un retroceso de casi un 7% con relación al año anterior.
Por otra parte, los cambios en el uso del suelo en función de la expansión agrícola y de los embalses de ríos pueden comprometer la disponibilidad y la calidad del agua en todo el país, afectando los usos que de ella hacen la biodiversidad acuática y la población humana.
Estos cambios, al igual que los desvíos de ríos, promueven modificaciones en la dinámica y en la estructura de los ambientes acuáticos que causan pérdidas de conectividad y alteraciones en el régimen hidrológico, lo cual favorece la radicación de especies exóticas.
De la misma manera, el aumento de efluentes contaminantes en ríos, lagos y arroyos trae aparejados perjuicios para la biodiversidad y para los servicios que suministran los ecosistemas acuáticos, tales como el aporte de agua limpia y de peces para el consumo, remarcan los autores.
“El agua no es tan solo un recurso hídrico sino también un componente clave de la biodiversidad, un patrimonio cultural del país y un elemento esencial para el bienestar de la población brasileña”, dijo Aliny Pires, docente de la UERJ y coordinadora del informe.
La garantía de la seguridad hídrica
De acuerdo con el informe, alrededor del 10% de las especies de peces continentales del país se encuentra bajo amenaza de extinción, y un 30% del total de especies de la fauna en riesgo en Brasil corresponde a peces e invertebrados de agua dulce.
Casi el 65% de las áreas húmedas brasileñas –fundamentales en la prevención de inundaciones y otros desastres naturales– se ha perdido, y la tasa actual observable de alteración de esos ambientes es tres veces más rápida que la de pérdida de bosques.
“En biomas como la Amazonia y el Pantanal, la alternancia entre las crecientes y las bajantes determina la estructura y la dinámica de los diversos ecosistemas de la región”, afirmó Joly.
“En esos casos, la interrupción del pulso de las inundaciones periódicas lleva a un colapso en el funcionamiento de los ecosistemas”, añadió.
El enfrentamiento de las amenazas y la conservación de los ambientes acuáticos y las áreas húmedas en las distintas regiones de Brasil serán fundamentales para asegurar la seguridad hídrica en el país, se apunta en el informe.
La restauración forestal y la conservación de los cursos de agua y de la vegetación ribereña pueden aportar beneficios consistentes en lo que concierne a la calidad del agua, y hacer que disminuyan considerablemente los gastos con tratamiento.
En el sistema Cantareira, que abastece a la ciudad de São Paulo y que está situado dentro de su Área Metropolitana, la recomposición de la vegetación nativa, por ejemplo, puede hacer disminuir alrededor de tres veces los costos con el tratamiento del agua, considerados incluso los valores de la restauración, según consignan los autores.
“Uno de los factores que causaron las crisis hídricas que São Paulo ha afrontado durante los últimos años es la remoción de cobertura vegetal nativa”, afirmó Joly.
De acuerdo con el informe, se estima que, por cada real invertido en infraestructura destinada a la seguridad hídrica, se obtienen más de 15 reales en beneficios asociados al mantenimiento de las distintas actividades productivas en el país.
En tanto, la falta de inversión con esa finalidad puede ocasionar pérdidas económicas fundamentalmente en el sector industrial, y también en la ganadería y en la agricultura de irrigación, aparte de comprometer la salud de la población y el mantenimiento de la biodiversidad acuática.
“El tema de la seguridad hídrica no está supeditado únicamente a la garantía de la disponibilidad de agua, sino que también se relaciona con la gestión de ese recurso, con miras a asegurar que exista y que esté disponible para todos los sectores que lo utilizan”, afirmó Pires.
El caudal promedio anual de los ríos brasileños es de aproximadamente 180 millones de litros por segundo. Con todo, la distribución de este recurso se concreta de manera sumamente desigual en el territorio brasileño, y el país registra grandes pérdidas en la distribución.
Una reducción promedio de la pérdida de agua en la distribución a valores cercanos al 15% promovería una ganancia neta de alrededor de 37 mil millones de reales hasta 2033, se estima en el informe.
“La región norte de Brasil, por ejemplo, cuenta con la mayor disponibilidad hídrica del país, en función de la Amazonia, pero pierde mucha agua en la distribución”, ejemplificó Pires.VALORACIÓN DE