Opinión: ¿Es posible proteger la alta mar?

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Por Felipe Paredes, director de las campañas de protección de hábitats de Oceana 

Felipe Paredes, director de las campañas de protección de hábitats de Oceana

En junio de 2023, y luego de casi 20 años de negociaciones, los 193 estados miembros de la Organización de Naciones Unidas llegaron a un acuerdo para proteger la alta mar bajo el Tratado para la Conservación y Uso Sustentable de la Biodiversidad Marina Más Allá de las Jurisdicciones Nacionales, conocido como tratado BBNJ (por sus siglas en inglés), o tratado de alta mar, el cual ayudará a cumplir con la meta global de proteger al menos un 30% del océano hacia el año 2030 o la Meta 30×30. Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de la alta mar? Históricamente, el océano era un lugar común de la humanidad y compartido entre los países, donde todos hacían uso de él, pero sin límites geográficos claros de hasta dónde podían hacerlo. Esta situación causaba conflictos y generaba amenazas ambientales, ya que no había responsabilidades claras para su explotación y cuidado. 

En 1994, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, “CONVEMAR”, o también conocida como la “Constitución de los Océanos”, delimitó las zonas económicas exclusivas de los países ribereños, generalmente 200 millas náuticas (370 km aprox.) desde la costa hacia mar adentro, donde los países tienen preferencia y uso exclusivo de explotación, lo que conocemos como Zona Económica Exclusiva. La alta mar, o aguas internacionales, constituye todas las partes del mar no incluidas en estas, es decir, el 64% del océano del mundo.

Ahora, si observamos el planeta, nos daremos cuenta de que la mayor superficie corresponde al océano y casi el 50% corresponde a aguas internacionales, siendo el ecosistema más extenso del mundo. En términos de profundidad, el promedio es de 3.600 metros, llegando en algunas zonas hasta los 11.000 metros de profundidad. En la alta mar, extensa y profunda, además habita una rica biodiversidad, especies únicas, endémicas, de gran belleza y vulnerabilidad. 

Actualmente, menos del 3% de la superficie del océano se encuentra protegida, muy lejos de la meta global 30×30. Si el mundo quiere alcanzarla, necesariamente se debe trabajar en la protección de la alta mar.

Liderazgo de Chile

En materia de conservación marina, Chile ha dado pasos muy importantes y se ha transformado en uno los países líderes en conservación oceánica, teniendo alrededor del 43% de su zona económica exclusiva bajo algún grado de protección, destacándose los parques marinos Nazca Desventuradas, Motu Motiro Hiva y Mar de Juan Fernández. Además, en la actualidad contamos también con las áreas marinas protegidas de múltiples usos de Caleta Tortel, Archipiélago de Humboldt, Mar de Pisagua, entre otras.

Pero la ambición de Chile por generar figuras de protección en el océano no se remite únicamente a las aguas bajo jurisdicción nacional. De hecho, el país fue uno de los principales impulsores en el avance del Tratado de Alta Mar, siendo la segunda nación del mundo en ratificarlo y liderar una de las primeras propuestas de protección en aguas internacionales.

 

 

El gobierno de Chile, con el apoyo de distintas organizaciones internacionales dedicadas a la ciencia y a la conservación marina, como Oceana, que trabajan al alero de la Coral Reefs of the High Seas Coalition, busca proteger la Cordillera submarina de Salas y Gómez-Nazca, región de casi 3.000 km de largo, con más de 110 montes submarinos, y donde hay al menos 93 especies amenazadas, como tiburones y rayas, aves, corales, ballenas, delfines, peces óseos (varios de importancia pesquera), tortugas marinas y pepinos de mar. Además, es ruta migratoria de mamíferos y tortugas marinas, presentando uno de los niveles de endemismo más altos del planeta que, sin embargo, estaría amenazada por actividades humanas no sustentables como la pesca indiscriminada e ilegal o la minería submarina. 

Por lo anterior, uno de los primeros pasos dados por Chile para proteger esta rica zona marina ha sido solicitar que la Organización Regional de Ordenamiento Pesquero del Pacífico Sur (OROP – PS) estudie la factibilidad de cerrar la pesca en ese lugar. La decisión de la OROP-PS ha sido de evaluar esta propuesta, mandatando al Comité Científico que recopile y revise la información existente y recomiende una medida de conservación y manejo.  De concretarse, se robustecerá la conservación marina internacional, lográndose avances sin precedentes. A su vez, para que el Tratado de Alta Mar entre en vigencia se necesita que al menos 60 países lo ratifiquen. Esperamos que durante 2024 se sume la mayor cantidad de firmantes y así avanzar en la protección de ecosistemas de alta relevancia biológica mundial.

 

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