¿Puede haber vida en Marte? La respuesta está en el desierto chileno

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Un ensayo de la NASA en el desierto de Atacama, cuyas características se asemejan a las marcianas, ha recuperado con éxito organismos subterráneos: unas bacterias extrañas, dispersas y resistentes a la sal

OBSERVATORIO ALMA/DICYT Un rover de la NASA desplegado en el entorno más parecido a Marte en la Tierra, el desierto de Atacama, en Chile, ha recuperado con éxito muestras subterráneas durante una misión de prueba para comprobar si es capaz de encontrar signos de vida. Las muestras contenían unos inusuales microorganismos, altamente especializados, que se distribuyeron en zonas y que los investigadores relacionan con la disponibilidad limitada de agua, los nutrientes escasos y la química del suelo. Estos hallazgos, publicados en ‘Frontiers in Microbiology’, ayudarán en la búsqueda de evidencias de vida en las futuras misiones planeadas a Marte.

El rover de la NASA perfora el desierto chileno/Stephen B. Pointing

“Hemos demostrado que un robot rover puede recuperar muestras subterráneas de suelo en el desierto más parecido a Marte en la Tierra”, afirma Stephen Pointing, profesor en el Yale-NUS College de Singapur, quien dirigió la investigación. “Esto es importante porque la mayoría de los científicos están de acuerdo en que cualquier tipo de vida en Marte tendría que ocurrir debajo de la superficie para escapar de las duras condiciones ambientales donde la alta radiación, la baja temperatura y la falta de agua hacen que la vida sea improbable”.

Según detalla, encontraron bacterias adaptadas a altos niveles de sal “similares a las que se puede encontrar en el subsuelo marciano”, unos microorganismos “muy diferentes a los existentes en la superficie de los desiertos”.

En 2020, tanto la NASA como la Agencia Espacial Europea se embarcarán en misiones para desplegar rovers en la superficie de Marte. Buscarán evidencia de vida pasada o presente y, por primera vez, perforarán debajo de la superficie donde aún pueden existir refugios para la vida microbiana simple.

Para ayudar a garantizar que estas misiones espaciales tengan éxito, la tecnología se prueba rigurosamente en la Tierra. “El núcleo del Desierto de Atacama en Chile es extremadamente seco, con décadas sin lluvias. Tiene una alta exposición a la radiación ultravioleta y está compuesto por un suelo muy salado. Es el emparejamiento más cercano que tenemos en la Tierra a Marte, lo que lo hace bueno para las pruebas”, señala Pointing.

El rover, un dispositivo autónomo de perforación y muestreo robotizado, financiado por la NASA y diseñado por el Instituto de Robótica de Carnegie-Mellon, debe recuperar muestras de sedimento hasta una profundidad de 80 centímetros. Pointing y sus colegas compararon muestras recuperadas por el rover con muestras de suelo tomadas cuidadosamente a mano. Usando la secuenciación del ADN, encontraron que la vida bacteriana en los sedimentos recuperados por ambos métodos era similar, lo que apunta al éxito de las pruebas.

Pruebas del rover de la NASA en el desierto de Atacama/Prof Stephen B. Pointing

“Los resultados confirman una regla ecológica básica según la cual la vida microbiana es irregular en los hábitats más extremos de la Tierra, lo que sugiere que la vida pasada o presente en otros planetas también puede presentar irregularidades”, explican las coautoras del estudio Nathalie Cabrol y Kim Warren-Rhodes del Instituto SETI. “Nuestros hallazgos proporcionan posibles indicadores para guiar la exploración de la vida en Marte”, subrayan.

“Las misiones a Marte esperan perforar hasta aproximadamente 2 metros, por lo que contar con una comparación validada en la Tierra ayudará a identificar problemas potenciales y la interpretación de los resultados una vez que se desplieguen allí. También los estudios ecológicos nos ayudan a predecir las áreas habitables de las comunidades microbianas en los entornos más extremos de la Tierra serán fundamentales para encontrar vida en otros planetas”, concluyen.

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